martes, septiembre 26, 2006

Bisexualidad, una opción válida

“Si me hago bisexual, mis posibilidades de conseguir pareja se incrementan en un cincuenta por ciento”. Creo que éstas no son exactamente las palabras, pero sí la idea que, con su gracia habitual, ha expresado Woody Allen en relación con la bisexualidad. Resulta curioso su empleo del humor con respecto a esta expresión comportamental de la sexualidad, una de las que suelen provocar mayor rechazo en todos los ámbitos: los heterosexuales la critican como parte de todas las “depravaciones” sexuales; por su parte, los grupos lésbicos y homosexuales la reprueban, pues consideran que expresa una falta esencial de compromiso genérico, que representa la imposibilidad de elegir, tomar partido o salir del closet. Blanco de una intolerancia unánime (ya existe, para distinguirla, el vocablo bifobia) y rodeada de prejuicios se le conoce poco, a pesar de su extensiva presencia en distintas culturas y sociedades.

La bisexualidad puede definirse como la atracción homosexual o heterosexual que experimenta una persona de manera alternativa. Muchos bisexuales, ante la dificultad de vivir sus preferencias, sugieren una definición menos comprometida: una persona bisexual es aquella que, de acuerdo con sus propias suposiciones, se siente potencialmente capaz de experimentar este tipo de atracción. Los grados son variables: un bisexual puede sentirse más atraído hacia un sexo que hacia otro, hacia los dos en igual medida, o considerar que el sexo de las personas no es importante. Este último caso resulta en particular interesante: en vez de que alguien se sienta cautivado por los hombres o las mujeres, o los hombres y las mujeres, se inclina por una persona en especial, única e irrepetible, sin importar su género. De allí que, contrariamente a lo que se cree, muchos bisexuales pueden mantener relaciones monógamas.

Los matices en su inclinación varían en el curso del tiempo. De acuerdo con los expertos, para que una persona sepa si es o no bisexual, la clave no esta en hacer un recuento del género de las personas con las que ha mantenido relaciones sexuales, sino en preguntarse con quien le gustaría tenerlas realmente. Si se responde que con hombres y mujeres, puede considerar que tiende hacia la bisexualidad. De esta manera se despeja una de las falsas ideas más extendidas sobre esta práctica: no es un estado de confusión en el que la persona no sabe si prefiere a los hombres o a las mujeres, es más bien la certeza de que se siente inclinado por ambos. La bisexualidad es en sí una orientación sexual en forma, una clara toma de partido más allá de lo que piensen los homosexuales y los heterosexuales. Mucho se ha dicho que los bisexuales manifiestan tener esa preferencia para evitar la intimidad o que viven una forma particular de homofobia (ya que se niegan a reconocer su propia homosexualidad encubierta). De este modo, la discriminación es aun mas fuerte y, al carecer de grupos de apoyo, los bisexuales experimentan grandes problemas para expresar su tendencia de una manera abierta. Poco a poco, sin embargo, con el desarrollo de algunos medios de comunicación, como Internet, se ha conformado una comunidad bisexual que este año celebrara sus quintos congresos anuales en Europa y Estados Unidos.

Los asuntos relacionados con la preferencia sexual, que tantos problemas suelen causar (a ellos se les atribuye un importante número de suicidios juveniles en todo el mundo), desaparecerían si todo el género humano fuera hermafrodita, es decir, si cada persona contara con los órganos correspondientes a ambos sexos. Según nos cuenta Platón en El Banquete, esa era la condición inicial de la especie humana: se trataba de criaturas con cuatro brazos, cuatro piernas y los dos sexos. Éstas se revelaron contra Zeus y recibieron su castigo: quedaron separadas por la mitad. Desde entonces, todos buscamos a la parte que nos falta y en eso consiste el amor.

Las figuras del andrógino (mezcla aparente de hombre y mujer) y el hermafrodita fueron relevantes para ciertas culturas antiguas. En Grecia y Asia menor existían ritos especiales de bisexualidad. Los adivinos y chamanes se vestían de mujer. Tiresias, un personaje central de Edipo Rey, fue sucesivamente hombre y mujer (como ocurrió muchos siglos después con Orlando, figura protagonista de la formidable novela fantástica de Virginia Wolf). Ello hizo que quedara ciego y explica sus posteriores dones proféticos

El andrógino y el hermafrodita cautivaron la imaginación de los siglos posteriores y fueron objeto de renovada atención en el XIX: muchos pintores los tomaron como tema de sus obras (Gustave Moreau, los simbolistas belgas, Puvis de Chavannes y Gauguin), varios literatos abordaron la bisexualidad en sus obras (como Marcel Proust en La prisionera y la fugitiva), y la ciencia decidió estudiarlos

En este contexto, Wilhelm Fliess, amigo de Sigmund Freud e inventor de los biorritmos, creyó hallar similitudes sexuales entre hombres y mujeres. Sostenía, por ejemplo, que los hombres tienen un ciclo hormonal muy parecido al de las mujeres: ocurre cada 23 días y el equivalente a la menstruación es un peculiar flujo nasal. Los datos de la embriología confirmaron parcialmente esta hipótesis, que influyo en las ideas de Freud

Como ha ocurrido con la homosexualidad, se ha generado un amplio debate sobre los orígenes de la preferencia bisexual. Una corriente sostiene que esta condicionada por fenómenos culturales y sociales, y podría considerarse una perversión; otra afirma que tiene bases biológicas. La conclusión, como suele ocurrir en estos casos, puede ser que ambos factores intervienen en el fenómeno Resulta curioso saber que la primera persona en usar el término bisexualidad fue Charles Darwin, en su texto de 1868 Las variaciones de los animales y las plantas domesticados, donde afirma que ésta puede explicar la presencia de ciertos rasgos hederitarios: “las características latentes del sexo opuesto pueden transmitirse a las futuras generaciones de la fauna y flora”.

Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, consideraba que, al nacer, todas las personas somos bisexuales y que su identidad (ya sea homo o heterosexual) se construye en los primeros años de vida. En su obra fundamental Tres ensayos de teoría sexual escribió: “Sabemos bien que en todas las épocas han existido, como existen ahora, seres humanos que pueden tomar como objetos sexuales a personas de sexo indistinto, sin que una tendencia interfiera con la otra. Llamamos a esas personas bisexuales […] Pero hemos llegado a saber que todos los seres humanos son bisexuales en ese sentido y que su libido se reparte entre objetos de ambos sexos ya sea de una forma manifiesta o latente”.

La tesis de la bisexualidad “natural” ha sido criticada ácidamente por algunos estudiosos, no exentos de prejuicios morales. Por ejemplo, el psicoanalista Josef Rattner niega que exista algo así: “En otros casos hay la tendencia y se siente la necesidad de satisfacerse sexualmente con ambos sexos, lo que ha dado ocasión a que los autores hablen de ‘bisexualidad’; incluso varias analogías sobre la presencia de órganos rudimentarios del otro sexo en todo organismo y sobre la existencia de hormonas sexuales tanto masculinas como femeninas en el hombre y en la mujer han dado motivo a que se postule la ‘naturaleza bisexual’ del ser humano […]. Esta tesis, que quiere pasar por científico-natural, en el fondo nos parece una mitología sexual: su contribución a la explicación de los fenómenos se reduce a una nebulosa marinería”.

A esta visión se contraponen trabajos como los de Bruce Begemihl, autor del libro Biological Exuberante: Animal Homosexuality and Natural Diversity. Se trata de un compendio enciclopédico que en sus 768 páginas se documentan conductas sexuales poco conocidas de los animales y se distingue claramente la bisexualidad en muchos de ellos.

El fenómeno de la bisexualidad parece responder bien a los planteamientos realizados por el zoólogo y sociólogo Alfred Kinsey, alrededor de 1940. Para elaborarlos se basó en experiencias reales y reacciones psicológicas de una amplia muestra de personas. Mediante detalladas encuestas, halló que las preferencias sexuales son graduales y varían de individuo a individuo. Los grados de su escala, por lo tanto, van de la heterosexualidad absoluta, a la homosexualidad absoluta:

~ Completamente heterosexual
~ Predominantemente heterosexual, y solo incidentalmente homosexual
~ Predominantemente heterosexual, pero con una historia homosexual notable
~ Heterosexual y homosexual en la misma proporción
~ Predominantemente homosexual, pero con una historia heterosexual notable
~ Predominantemente homosexual, y solo incidentalmente heterosexual
~ Completamente homosexual

¿Quién puede tirar la primera piedra? A la luz de estos datos es claro que cualquier persona que esta por encima del cero (0) y debajo del seis (6) puede definirse como bisexual, y que el grado perfecto de la bisexualidad esta representado con el número tres (3). Los investigadores que prolongaron los trabajos de Kinsey encontraron que era mas útil clasificar a las personas si se tomaban en cuenta otras características, como su historia vital y sus sentimientos, pero la visión general de este teórico parece incuestionable.

Sean cuales sean sus orígenes, y aunque tal vez solo exista como concepto, la bisexualidad expresa un anhelo de libertad que los patrones comunes de la sexualidad no pueden satisfacer. El mundo heterosexual ha sido siempre demasiado rígido: asigna identidades, división del trabajo, responsabilidades y papeles sociales. Por su parte, el mundo homosexual tiende a rigidizarse cada vez más. Ambos cuentan con códigos culturales y de conducta muy bien definidos (ropa, formas de alternar, lugares de reunión, iconos, emblemas, ceremonias) que restringen la libertad individual y se oponen a que el sujeto tome decisiones personales.

La bisexualidad escapa a esos códigos: no se sitúa ni en el extremo del matrimonio convencional ni en el del orgullo homosexual. Su juego fascinante y ‘perverso’ remite a etapas primitivas de la humanidad y abre alternativas de duda y autoconocimiento útiles para el desarrollo humano. Pero atención: ser bisexual y ser promiscuo son dos cosas diferentes. Para el segundo, asumir tal condición puede tener un aspecto siniestro: hacer el amor con hombres y mujeres continua e indistintamente. Para el monogamo puede tener un aspecto sublime: amar a una persona determinada y vencer la competencia de toda la humanidad, desearla por aspectos mas profundos y comprometidos que su sexo corporal. En este amor absoluto, el vínculo carnal es importante, pero en un sentido distinto al que habitualmente le asignamos: en el primer plano esta la persona en su integridad, que rebasa los elementos de su cuerpo. Luego viene lo demás.

7 comentarios:

Wilhelm Zapiain dijo...

Excelente :)

Pablo Salvador dijo...

muy bueno tu post muy serio el tratamiento del tema, para mi en lo eprsonal la Bisexualidad es una incognita.

Pablo Salvador dijo...

muy bueno tu post muy serio el tratamiento del tema, para mi en lo eprsonal la Bisexualidad es una incognita.

Gildardo dijo...

Muy interesante.
¡Muchas gracias Doffo!

Doffo dijo...

Robin:
Muchas gracias, de verdad. Fue un triunfo el acabarlo con tanta tarea, pero buen o, aqui esta. Que bien que te gusto
¡Un abrazo!

Gmanfull:
Que bueno que te gusto el artículo, gracias por el piropo, trate de tratar el tema desde una perspectiva imparcial.
Para mi la bisexualidad es una opcion tan valida como la homo o la heterosexualidad, creo que son personas geniales, y, en lo que a mi caso toca,muy fieles y entregadas.

Gildardo:
Como siempre, un placer ver tus comentarios en mi blog, que bueno que te gusto el post.
¡Saludos y un abrazo!

Doffo dijo...

El mismo texto te lo esta diciendo, y lo señalo al principio del artículo: No es una preferencia sexual aceptada ni por las minorias sexuales.
Sobre las suposicones, cada persona llega a sus propias conclusiones de muchos aspectos de la vida, y por ellos se maneja, entre ellos el sexual.
Cuando estoy hablando de compromiso, es con la comunidad homosexual, pues siempre se les ha tachado de una falta de compromiso hacia el colectivo, esto es, que no les interesa promover el conocimeinto de los derechos de los homosexuales, por ejemmplo, adoptar un hijo, debido a que se pueden casar y tner un hijo propio.
Espero te sirva.

Carmen del Rincón Guaita dijo...

Gracias, Doffo:

Estaba buscando en Internet algo sobre la definición de ser "bisexual" ante la necesidad de poner en palabras lo que siento y las pocas referencias con las que me encuentro, y tu post es lo más interesante que he leído hasta ahora.

En realidad, creo que hay poca información al respecto. Uno está dentro de lo que hoy es "normal": ser hetero o homosexual está casi normalizado donde vivo, en Barcelona, pero al respecto de ser bisexual... eso yo lo siento como diferente. No casamos en ningún lado. Pero, por lo mismo, se abre una puerta de libertad ante nosotros... Tenemos la suerte de tener que crear nuestro espacio... Gracias por tus palabras. Dan algo de luz.

Carmen, bisexul y recien abriendo la puerta del armario. Todavía al otro lado.

Besitos