miércoles, septiembre 27, 2006

Discriminación y bifobia

Discriminación y Bifobia
por Myriam Brito Domínguez
Las y los bisexuales que hemos sentido el rechazo de gays y lesbianas sabemos que dentro de su concepción deberíamos ser blancos o negros, homosexuales o heterosexuales. Ellos no entienden que su estigmatización hacia nosotras y nosotros, su bifobia, también nos lastima como a ellos la homofobia. Angélica Ramírez Roa. “De las dicotomías y los estigmas”. Las visiones prejuiciadas acerca de la bisexualidad tienen consecuencias e implicaciones muy graves y problemáticas para las personas que asumen esta preferencia sexual. Entre éstas se pueden considerar el rechazo personal o de grupo, la marginación, invisibilización, y discriminación. Se debe considerar que la discriminación, en tanto que fenómeno y problema social, se encuentra atravesado por múltiples y complejos elementos como la interrelación entre actores y grupos sociales, dinámicas de poder y dominación, los contextos en los cuales se desarrolla, entre muchos otros.
La pregunta ¿por qué se discrimina? no tiene una respuesta fácil o sencilla. Robyn Ochs, una importante teórica bisexual anglosajona, sostiene que debemos considerar elementos como los privilegios sociales que se generan entre grupos sociales, la construcción de estereotipos, el sentido de pertenencia y cohesión de grupo que produce una división entre el “nosotros” y los “otros”, así como la visibilidad o invisibilidad de las minorías (Ochs, 1996: 218-219). Ampliando este punto, la discriminación se conforma a partir de elementos simbólicos presentes en la cultura, los cuales moldean las identidades a nivel individual y colectivo, ésto implica que es un fenómeno social y no un proceso natural.
Una característica central de la discriminación son las actitudes de desprecio basadas en los prejuicios negativos y del estigma, asimismo está vinculada con relaciones de dominio, y por ello, asimétricas y desiguales, entre personas y grupos. La discriminación es una forma estructural de desigualdad que se da en el plano de las representaciones subjetivas. De acuerdo con Jesús Rodríguez Zepeda “la discriminación puede ser definida como una conducta, culturalmente fundada, y sistemáticamente y socialmente extendida, de desprecio contra una persona o grupo de personas sobre la base de un prejuicio negativo o un estigma relacionado con una desventaja inmerecida, y que tiene por efecto (intencional o no) dañar sus derecho y libertades fundamentales” (Rodríguez, 2004: 19).
Otro elemento que se relaciona con la discriminación son las personas o grupos que son objeto de este desprecio social basado en los prejuicios y los estigmas. Así, existen muchas personas o grupos de personas que se les identifica o asocia, a partir de ciertas características particulares, con ciertos prejuicios negativos y representaciones sociales estigmatizadas, lo cual las coloca en condiciones que se consideran de vulnerabilidad, y esto, a su vez, las expone a tratos discriminatorios. Todo esto hace de la discriminación un mecanismo estructural de exclusión, con implicaciones sociales, políticas y económicas de largo y profundo alcance.
Para el caso de las personas con una preferencia bisexual, se produce un fenómeno que se conoce como “doble discriminación”, el cual tiene que ver con el tipo de relaciones y dinámicas sociales que las y los bisexuales mantienen con el (pretendido) mundo heterosexual, por un lado, y con las personas y en los grupos lésbico-gays, por el otro. “Las/los bisexuales frecuentemente son vistos por gays y lesbianas como individuos que poseen privilegios que ellas y ellos no tienen, y también son vistos por muchos heterosexuales como amorales, hedonísticos/as esparcidores de enfermedades y destructores/as de familias. Esta “doble discriminación” de parte de heterosexuales y de las comunidades lésbicas y gays casi no es reconocida o admitida como una verdadera fuerza de opresión externa, pero esta opresión es real y tiene muchos efectos dañinos en las y los bisexuales” (Ochs, 1996: 217). Esta doble discriminación forma parte de dinámicas complejas de poder y dominación, de las cuales se puede dar cuenta con el término de bifobia. Este concepto está basado necesariamente en el de homofobia, el cual hace referencia a “la creencia en la superioridad inherente de un solo modelo de amor y por ello, al derecho a dominar y hacer temer por los sentimientos de amor hacia un miembro del mismo sexo” (Ochs, 1996: 221). Sin duda, la homofobia afecta y lastima tanto a mujeres y hombres homosexuales como a bisexuales, pues todas y todos padecen las consecuencias de un sociedad y una cultura heterosexista, intolerante y discriminatoria. Sin embargo, la bifobia subraya esta doble dinámica, en la cual, las y los bisexuales no sólo experimentan dinámicas de desprecio en el mundo heterosexual, sino también, en y desde los espacios lésbicos y gays; las cuales, se debe agregar, son experiencias compartidas, por otra clase de prejuicios, con las personas travestís, transgéneros y transexuales.Respecto de las formas y expresiones de la bifobia, Robyn Ochs plantea las siguientes: negar la existencia de las personas bisexuales y denigrar la bisexualidad como una opción válida de vida; perpetuar el silencio de las/los bisexuales, sobre todo, desde un modelo dominante de sexualidad que exagera y perpetúa las diferencias entre homo y heterosexualidad; la invisibilidad de la bisexualidad, que podemos ver en todo tipo de prácticas y usos cotidianos, también es otra forma de bifobia, ya que si un persona bisexual no se nombra como tal, generalmente será clasificada como lesbiana, gay o heterosexual.
De igual forma, considerar que la “verdadera bisexualidad” solo es aquella que se vive desde el “50-50” (mitad heterosexual y mitad homosexual) y por ello es un ideal difícil de encontrar en la realidad, implica negar la amplia diversidad de formas que puede tener la bisexualidad. También encontramos que las y los bisexuales son más visibles cuando viven relaciones de conflicto y se tiene noticia de ello, lo cual, a su vez, ocasiona que se “confirmen” los estereotipos bisexuales como personas inestables y con problemas de identidad y definición, sin embargo, a las y los bisexuales que tienen vidas no controvertidas, ni conflictivas, no se les pone atención.
La discriminación y la bifobia vulneran la integridad de las personas con una preferencia bisexual, de igual forma que la homofobia a gays, la lesbofobia a las lesbianas y la transfobia a travestís, transgéneros y transexuales. Así, despreciar, negar, denigrar y/o invisibilizar a la bisexualidad, tiene graves implicaciones que afectan directamente la vida de las y los bisexuales, sus derechos y finalmente su humanidad.
Es necesario señalar otras dos dimensiones en las cuales las visiones estigmatizadas sobre la bisexualidad también tienen consecuencias importantes. Una de ellas se refiere a que los prejuicios sobre la bisexualidad afectan la forma en que se hace investigación sobre sexualidad, así como sobre los resultados que se obtienen. Como señala Beth Firestein, las investigaciones de Alfred Kinsey fueron determinantes para cuestionar el modelo dominante de sexualidad, desde el cual la homosexualidad era considerada como una enfermedad, sin embargo, la información que se refería a experiencias y prácticas bisexuales ha sido ignorada por años (Firestein, 1996: 272).
Esta autora, también señala la estrecha relación que este problema tiene con el ejercicio académico y profesional de las psicólogas/os y psiquiatras, ya que, por un lado, tienen una posición privilegiada para perpetuar o ir cambiando las visiones negativas acerca de la bisexualidad, dando o no cierto tipo de información al respecto. Además de esto, la atención médica y psicológica que den a las y los bisexuales está determinada por sus concepciones (prejuiciados o no) acerca de la bisexualidad. “(…) cuando las ciencias sociales perpetúan la reificación de las concepciones dicotómicas de la orientación sexual, ellas/os también refuerzan estereotipos destructivos acerca de las/los bisexuales en toda la sociedad. Su información equivocada, la cual está reforzada por su autoridad como profesionales, contribuye a crear condiciones para promover la discriminación, preocupación continua y desconfianza respecto de las y los bisexuales. Aún más, esta clase de información exacerba las tensiones existentes y sentimientos de alienación que caracterizan las relaciones entre muchos segmentos de las comunidades gays y lésbicas y la emergente comunidad bisexual” (Firestein, 1996: 275). De esta forma, los prejuicios y estigmas acerca de la bisexualidad, que se traducen en prácticas discriminatorias y experiencias marcadas por la bifobia, afectan, en primer lugar, a las personas que asumen una preferencia bisexual, a su vida, sus derechos, sus oportunidades y finalmente a su dignidad humana, sin embargo, también afectan las posibilidades de articular e integrar un movimiento social y político que se organice contra las prácticas e instituciones bifóbicas, homofóbicas, lesbofóbicas y transfóbicas; contra la discriminación, el heterosexismo y el reposicionamiento de la derecha, con todas las implicaciones que ello tiene. Se debe considerar que es muy difícil generar un movimiento social de largo alcance, cuando nos estamos relacionando, desde la desconfianza, los prejuicios y la discriminación.

2 comentarios:

Pablo Salvador dijo...

BIFOBIA, primera vez que lo escucho pero claro es probable total todo el mundo discrimina, es un karma compartido.

Doffo dijo...

Si, creo que es algo humano el discriminar, por cualquier causa que sea esta.