martes, julio 03, 2007

Del pene y sus mitos


Hasta la fecha ha sido difícil para los hombres integrar al pene como cualquier otra parte del cuerpo. Para empezar, en la infancia, por lo general se enseña al individuo a distinguir su pene como algo diferente. Los padres difícilmente permiten que su hijo se "manosee" el pene de la misma manera que se manipula las manos o los pies, y desde esta etapa, todos crecemos creyendo que observar, tocar o manipular el pene, tiene tintes de perversidad o que es un mal hábito. Y por si fuera poco, le otorgan nombres que sustituyan la palabra "pene" como si fuera malo expresarlo. Le llaman pirrín, pajarito, pito, palomita, pija, miembro, tronco, etc.

Muchos adultos pueden superar esta percepción alterada de su pene, otros lo siguen viendo como externo (le llaman amigo o tiene nombre). Si intentáramos remontarnos a las edades tempranas, lograríamos darnos cuenta cómo poco a poco, se va desviando el concepto y la integración del órgano reproductor y dador de placer masculino.

Pensando sin morbo que el pene es una parte más del cuerpo, al igual que los ojos, o la boca o las piernas, nos daríamos cuenta que no es tan difícil hablar de él.

Funcionalmente hablando, el pene es un órgano tubular con una serie de vasos sanguíneos y dos largos conductos que lo atraviesan en toda su longitud y que conocemos como cuerpo cavernoso. En promedio su longitud es de 15.2 centímetros en erección, aunque puede variar mucho en tamaño circunferencia de una raza a otra, y de un hombre a otro. Podemos afirmar que un pene no funcional es aquel que mida menos de 9 y más de 22 centímetros de longitud. Los primeros son catalogados micropenes, ya que no son capaces de mantener una penetración constante. Los segundos son los macropenes, y sus problemas más conocidos son la incapacidad de una penetración completa, y la dificultad para conseguir erecciones firmes.

Esto nos explica que un pene para ser considerado "normal", es aquel que pueda penetrar de una manera óptima y continua, y que además proporcione placer erótico. Por lo que un pene con el tamaño promedio antes mencionado es completamente capaz de estimular tanto el ano (esfínter), como la próstata, localizada aproximadamente 5 centímetros dentro del recto. De hecho con un dedo basta para poder estimular estos órganos.

Comprendamos pues, que psicológicamente hablando, la percepción del pene responde de una manera muy distinta a su funcionalidad. Como comentaba anteriormente aprendemos a creer que el pene tiene poderes sobrenaturales, y se erotiza de una manera descabellada, al grado de creer que un falo grande hace de un hombre "algo más" que un hombre con "tamaño" pequeño. Esta situación ha creado un fenómeno casi mundial, en donde muchos hombres actúan en proporción a su pene. Si un hombre encuentra su miembro más pequeño que el de los demás, puede desencadenar desde inseguridades mínimas hasta complejos estructurados que no les permitan vivir una vida sexual plena.

Ahora, es completamente entendible que el sexo masculino se erotiza con estímulos mínimos, predominantemente el visual. Lo que nos explica el porqué un gran miembro viril es capaz de llamar la atención de cualquiera, momentáneamente.

Si comprendes cual es la importancia real del pene, te darás cuenta que el placer y la vida sexual no sigue su eje exclusivamente. La sexualidad va más allá de esto, y es de vital importancia integrar en el erotismo tu mente y tu cuerpo completo.

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