El domingo pasado, M me sorprendio con una pequeña lección de manejo. Yo no me lo esperaba, pues veníamos de regreso de Pachuca, ya cansados, asoleados y demás.
De pronto, me dice que tiene una sorpresa para mi. Nos metimos en una calle solitaria de la colonia Roma. Apaga el carro y me pide que me pase del lado del conductor, pues me va a enseñar a manejar. Yo feliz, aunque muy nervioso, le hice caso. Antes de arrancar, preste atención a las intrucciones que me decía Traté de arrancar la promera vez. No pude. La segunda si pude, metí primera y lo enfile a la calle. Llegamos al semáforo y cambiamos de lugar. Dimos la vuelta a la manzana. De muevo nos enfilamos al mismo punto. Arranqué, meti primera y aceleré de tal forma que estuvimos a punto de estrellarnos por el volantazo que dí. Despues de esto, M enfilo el coche cerca de la bamqueta. Nfocamos esa primer lección a arrancar, meter velocidades y frenar. Por cierto, nunca pude mentener el motor encendido cuando frené.
Y el miedo a manejar ya se me esta quitando.
2 comentarios:
Qué simpático que siendo tan atraído por los coches vengas aprendiendo hasta ahora, pero qué padre que sea con M, que tiene un significado tal especial para ti.
Un abrazo Doffo
Gil, esa es una de las grandes paradojas con las que convivo, y, afortunadamente para mi, ya estoy aprendiendo a conducir. Como bien dices, el que M me este enseñando, hace aun ams especial este aprendizaje.
Abrazos Gil
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